Un baño antes de dormir
No hay nada más relajante que un baño cuando el cansancio acumulado de todo el día es tan intenso que se transforma en estrés. Sin incluirlo en la rutina diaria -también hay que pensar en el planeta- un buen baño, una o dos veces por semana, es un tiempo para ti, para cuidarte. Baja la luz, enciende una vela perfumada, pon un poco de música... Y el agua, ni demasiado caliente ni demasiado fría. Alrededor de 38 ºC es lo ideal.
Leer antes de dormir
En vez de quedarte viendo la tele de reojo sin hacerle mucho caso o de repasar algo del trabajo justo antes de irte a dormir, elige un buen libro. Una novela policíaca, una historia sencilla o un clásico, todo vale siempre que te apetezca en ese momento. No hay nada mejor para empezar la noche que evadirse con los personajes de una historia. Te olvidas del mundo, desconectas del día y te metes en tu burbuja.
Tomar una tisana
El simple hecho de tener entre las manos una taza calentita con una tisana ya es en sí reconfortante. Una manzanilla, una tila, una infusión de verbena o con plantas especialmente seleccionadas por sus propiedades relajantes (el espino o la tila, por ejemplo) y para dormir (verbena olorosa). Con una taza basta, con más es posible que te tengas que levantar en mitad de la noche...
Apagar las pantallas 30 minutos antes de irse a la cama
Casi es normal prepararse para ir a la cama con el ordenador en las rodillas para mirar una última cosa en internet, ver una serie o, peor todavía, comprobar los e-mails de la tarde en el smartphone. Lejos de relajarnos, estas pantallas activan nuestro cerebro, excitan nuestras neuronas y dificultan que nos preparemos para conciliar el sueño. Nuestros ojos necesitan descanso, y nuestras cabezas también. Por no hablar de las ondas que emiten todos esos dispositivos. Así que hay que apagarlo todo una media hora antes de irse a la cama y coger un buen libro en su lugar...
No comer demasiado tarde ni demasiado pesado
Adelantar la hora de la cena y preparar algo ligero evita que el organismo tenga que hacer frente a una digestión difícil justo cuando se supone que se tiene que poner en pausa. Una buena opción son las verduras y los hidratos sin demasiada grasa, antes que carne o platos con salsa.
Hacer el amor
Es verdad que no todo el mundo puede seguir este consejo, pero una relación sexual, con su correspondiente orgasmo, es igual de eficaz que un ansiolítico... Sobre todo, la ternura de un abrazo y el desconectar de todo lo demás durante esos momentos es algo maravilloso y que procura una gran calma y descanso después.
Un masaje de tu pareja
Con esa misma idea, un masaje en la espalda o en la zona lumbar antes de irse a dormir, con un buen aceite de masaje, proporciona una gran sensación de bienestar y te ayuda a liberarte de toda la tensión acumulada durante el día.
Meditar
Con unos minutos de recogimiento, en posición tumbada sobre la espalda, con plena conciencia, para escapar de los pensamientos más angustiosos o estresantes. «Escanea» tu cuerpo mentalmente, empezando por los dedos de los pies hasta llegar a la parte superior del cráneo. Imagínate el recorrido que hace el aire desde que entra en tus pulmones y va al resto de tu cuerpo. Visualiza una ola que va subiendo poco a poco hasta rodearte y en la que empiezas a flotar. Tendrías que empezar a dormirte sin darte ni cuenta.
Colorear
Últimamente, la actividad de colorear está teniendo mucho éxito entre la población adulta y no solamente porque todos llevemos un artista en nuestro interior. Los artes terapeutas están de acuerdo en que produce un efecto de calma. Una excelente manera de prepararse para conciliar el sueño.
Complementos alimenticios
Algunos activos específicos, como la valeriana, la manzanilla o la melatonina, que son ingredientes de estos productos, pueden producir un efecto de calma o para conciliar el sueño. ¡Solo tienes que elegir el que mejor te venga en cada momento!
